María Border

En Peakland - Final del segundo capítulo.

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Final del segundo capítulo de En Peakland:


 ... Una vez que hubo cumplido con todas sus responsabilidades y no quedándole nada más que hacer en Lincoln, empacó su ropa, las pocas joyas que dejara su madre, un retrato de los tres cuando él era pequeño y se marchó rumbo a Lancashire a recomenzar su vida.

El Sr. Winters recibía la penosa carta de Alan Ferguson:
“Estimado Sr. Winters:
Debo informarle la lamentable noticia de la muerte de mis padres a manos de la viruela. 
Las propiedades que mi familia poseía, se han perdido y me encuentro pronto a partir hacia Lancashire, donde mi tío paterno posee una finca. Pienso recomenzar mi vida allí.
Éstos desgraciados motivos provocan que por el momento no me encuentre en situación de cumplir con la palabra entregada a su hija, en el tiempo estipulado. Pero para su tranquilidad señor, le comunico que en breve podré subsanar tal inconveniente. No objeto ninguno de los puntos acordados, y he de cumplir con cada uno de ellos, excepto con la fecha.
Me tomé el atrevimiento de enviar una carta con las mismas explicaciones a su encantadora hija.
Espero sepa usted disculparme y creer que cumpliré con mi palabra dentro de los próximos dos años.
Su seguro servidor
Alan Ferguson”

Irreparable, así consideraba el Sr. Winters la situación del joven. No expondría a su hija al horror de esperar cumplir 21 años y encontrarse con que el jovencito no solo no había logrado tener un buen pasar para ofrecer, sino que tal vez no regresara nunca y su hija quedara sin conseguir marido y lo que era peor, a su cargo.
Rose estaba muy entusiasmada con su prometido, pero eso se resolvía fácilmente. Tampoco entregaría su dinero en concepto de dote al hijo de quien había perdido su fortuna en manos del juego; esos rumores llegaban con rapidez a Brighton. Le contestaría en términos ambiguos, de manera de cubrirse en caso que lograra recomponer su situación y cuidándose por si quisiera entablar a futuro alguna demanda. En  tanto haría correr la voz de que su hija ya no estaba comprometida; Lancashire estaba muy lejos y mientras el muchacho ocupaba su tiempo en progresar, no se preocuparía por averiguar.



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